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viernes, 6 de enero de 2012

Vagón 42. Esperando en el andén

Era el día de su cumpleaños. El niño había abierto todos sus regalos menos uno, el de su abuelo. Sabía que, como cada año, el regalo del abuelo iba a ser el más original. Lo palpó, lo miró y remiró, arrancó despacio el papel que lo envolvía y descubrió una cajita de la casa Faller, especialista en accesorios para trenes eléctricos. La abrió y vio una figurita que se ponía en pie:

–Hola, feliz cumpleaños. Soy Marta, una muñeca a escala 1/160 de ultimísima generación. Ni siquiera tienes que preocuparte por programarme. Tengo libre albedrío.

El niño no sabe lo que es el libre albedrío aunque, como ya no es tan niño, piensa en lo que haría con la muñeca si en vez de ser a escala 1/160 fuera a escala 1/1: esa melena rubia, esos ojos verdes... La coge con sumo cuidado entre los dedos, la lleva a la esquina de su habitación donde tiene la maqueta de tren eléctrico, la deja de pie en el andén principal de una estación secundaria y se queda mirando a ver qué hace.

Marta, por su parte, mira a su alrededor y, tras tomar conciencia de su situación, busca el banco más cercano, se sienta y observa: hay un automotor de dos unidades en la vía 1 con origen en esa estación al que quedan ocho minutos para salir. Y un cercanías de dos pisos entrando por la vía 3:

–Sé que he de coger un tren y no es ninguno de ésos. Cuando llegué el que me ha de llevar a destino lo sabré. Por un pálpito o por lo que sea.

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