Entra en un vagón

jueves, 22 de marzo de 2012

Vagón 37. Y ocho veinticuatro, y ocho treinta y dos…

—¿Quién era ése? —preguntó Juan sin estar seguro de haber visto lo que había visto.

—No lo sé —respondió la mujer de los juegos que se había quedado paralizada con una estrella de papel en la mano.

—Yo me sé esa canción, mira: Tengo una muñeca vestida de azul, con su camisita y su canesú, la saqué… —empezó a entonar la pequeña Julia.

La mujer de los juegos consiguió al fin moverse. Se dirigió al extremo del departamento por el que había salido aquel hombre semidesnudo que corría cantando aquella canción a gritos. Pudo verlo alejarse del mismo modo que lo había hecho en su vagón.

—Ni idea, chicos —dijo encogiendo los hombros—. ¿Algún pasajero que tenía calor y prisa?

En ese momento el revisor también irrumpió en el vagón corriendo y buscando con la mirada a su alrededor.

—¿Han visto al maquinista?

—¿En calzoncillos, corriendo y cantando? —preguntó Juan para asegurarse de que hablaban de la misma persona.

—Sí.

Los tres señalaron la dirección que había tomado.

—Yo también me sé esa canción, mira: Tengo una muñeca vestida de azul, con su camisita y su canesú, la saqué a paseo…

El revisor no se detuvo a escuchar a la pequeña Julia. Apresuradamente siguió la dirección que le habían indicado.

—Y yo. ¿Tú te la sabes, Juan?

—Claro.

La mujer y el chico se unieron al canto de la niña mientras continuaban quitando estrellas de la ventana.

—Dos y dos son cuatro, cuatro y dos son seis, seis y dos son ocho y ocho dieciséis… 

No hay comentarios: