Entra en un vagón

viernes, 20 de abril de 2012

Vagón 42. Castidad

Ante la escasez de comida, Marta y Ester han decidido racionar también la expansión de sus cuerpos para ahorrar calorías y hacerlo sólo una vez al día antes de la siesta. Están sentadas frente a frente, Ester apoya la cabeza en la ventanilla y, como aún es primera hora de la mañana, pregunta:

-¿Y mientras tanto qué hacemos?

-Pues de momento, quedarnos vestiditas porque si nos desnudamos nos vendrán las ganas. Tampoco podemos darnos besitos y caricias porque también nos vendrán las ganas. Entonces podemos hablar; pero de cosas dulces, no de lo que nos gustaría hacer ahora.

Ester se queda pensando y dice:

-Pero cuando el tren pare y ya haya comida podemos estarnos un día entero haciéndolo, ¿o no?

-Si te acabo de decir que no hablemos de lo que nos gustaría hacer, que me vienen las ganas y hemos de aguantar hasta después del mediodía…

Ester vuelve a quedarse pensando y dice:

-Si el tren no puede parar y nos morimos de hambre, yo me quiero morir abrazada a ti.

-Tampoco hace falta que te pongas trágica.

-Pero si es verdad. Y quiero que me cierres los ojitos.

-¿Y a mí quien me los cierra?

Ester vuelve a pensar y acaba diciendo:

-Tú me los cierras a mí, luego yo te los cierro a ti. Y después, nos abrazamos bien fuerte y ya nos podemos morir tranquilas. Pero antes nos vestimos para estar decentitas cuando nos encuentren.

A Marta le da la risa y contesta:

-Ah, no. Si nos morimos abrazadas quiero que estemos desnudas para sentirte el máximo de piel en mi piel. Y que nos encuentren como nos encuentren. 

No hay comentarios: