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miércoles, 11 de abril de 2012

Vagón 72. Ángel (2)

Preguntas, preguntas, preguntas.

Sí, la curiosidad se estaba empezando a convertir en una especie de urticaria que, teniendo el epicentro en su mente, se propagaba al resto del cuerpo. ¿Cómo lo describió el Doctor Cervera, su pediatra y médico personal hasta bien pasada la pubertad? Afecciones psicosomática producidas por su inseguridad patológica... o algo así.

De pequeño no era raro que su madre acudiera al médico con su niñito del alma aquejado de algún dolor en el costado, habones por todo el cuerpo, o con 40 de fiebre. Pero no tenía nada, por más análisis que le hicieran. Ni infecciones, ni enfermedades, ni inflamación de órgano alguno.

Había peregrinado de la mano de su madre de médico en médico y, años más tarde, de psicólogo en psicólogo. Nadie pudo descubrir nunca qué le pasaba realmente a Ángel, así es que se lo achacaban todo a su timidez, a no saber verbalizar sus sentimientos…

Con el tiempo las crisis remitieron, al menos se habían espaciado, y solo salían a la luz cuando Ángel se ponía nervioso. Como ahora.

El joven del violín le estaba mirando. Y le sonreía.

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